lunes, 28 de marzo de 2016

La magnífica relación entre alumno y profesor.


Difícil encontrar relación más tensa,
y mayor diferencia entre mesa y mesa,
que la de profesor y alumno,
que estudia a expensas de que una persona
aburrida y calculadora,
pero con cultura,
decida de una vez por todas aprobarle la asignatura.

Al comienzo se las traen felices,
pues la poca materia hace obviar los matices, 
cual doncella y sus directrices,
lo que empeora linealmente con el paso del tiempo, 
cual centella.
Y además está Ella,
que lo desconecta,
lo entretiene,
y lo secuestra,
y la relación que al principio muestra con el maestro
pasa directamente a pender de un hilo,
es un precipicio,
maldito vicio.

Se aproxima, 
no te espera,
el examen cada vez más cerca de tu puerta,
y te observa,
y el profe se reserva,
no da pistas,
y el alumno que se irrita,
y lo cuestiona,
le pregunta con segundas,
no funciona
y lo abandona.

Y el profe que se ríe cuando llega a su sofá,
y qué pasará de aquí a 15 días piensa el pupilo en su pupitre.
¿Qué más da?
Mientras el profe,
que es un buitre carroñero,
se debate entre el combate y las ganas de pelear.
Fabrica el examen,
y se regocija,
¿quién aprueba? 
Ja-Ja-Ja.
No le importa, 
no le quiere ni su hija,
pobretica, 
de verdad.

Vuelve a clase y les avisa,
los divisa como puede;
el alumno no reacciona, 
y se acojona,
y le duele,
y qué suplicio,
y el profesor que aprovecha cualquier resquicio;
- Trabaja, trabaja y estudia!
y el alumno lo repudia y lo aborrece,
y al profe le parece que lo odia,
y se entristece.
Y lo suspende en el examen,
y el alumno se estremece y lo reclama,
se levanta de la cama,
va al despacho mientras llueve,
y ni lo llama.

Me he matado, 
he estudiado sin cesar, 
¿y me suspendes con un 4'9?
Le insulta,
le ruega que le apruebe,
se vuelve loco,
y desvaría,
y el profesor avisa en secretaría,
y llega la policía, 
y el alumno se marea,
y lo detienen.

Le hacen pruebas,
y lo descubren,
tanto estudio le ha afectado,
está enfermo y se medica,
y no aprobó por una chispica,
vaya infierno,
vaya estado.

Y al profe le llegan noticias del alumno,
y empatiza,
es un trastorno que le eriza cada uno de sus pelos,
le recuerda al duro trance que pasó su bisabuelo,
y clama al cielo,
y medita,
y se lo piensa.
Revisa el examen y no ve fallo,
se raya, 
y como un rayo,
la idea de aprobarlo le martiriza hasta agobiarlo.

Y el rayo lo consigue,
le pone un 5 por la cara,
y al alumno ipsofacto llama;
y el profe angustiado empieza a llorar,
y no para, 
y le comunica su aprobado,
y el alumno con descaro lo celebra,
y también llora.

Y profesor y alumno se fusionan,
se hacen uno 
y les fascina, 
entablan amistad
y les apasiona;
y coinciden al año en la piscina, 
donde ahogan sus recuerdos más amables,

¿los adivina?

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