domingo, 12 de abril de 2015

Matemática aplicada.


Dicen los entendidos,
que,
siglos atrás,
surgió una ciencia exacta,
la que más,
las matemáticas,
que no avanza,
sigue intacta,
con el paso de los años
y pese a los grandes daños,
no se achanta.

Pero antes nació el amor,
con la prontitud de la existencia,
esa ciencia del corazón,
que,
con tesón,
te agota la paciencia,
te condena al paredón
y te parte como un rayo,
en dos.

¿Habrase algún nexo,
directa o inversamente proporcional,
que conecte sutilmente arte tal,
el sexo y la ecuación diferencial,
el talento perverso del calcular
con el método tan particular
de demostrar todo con un beso?

Desde el principio de inducción,
hasta la pasión desatada,
queda claro que nada
de aquello que hagamos sin ilusión
tendrá repercusión positiva,
sí negativa,
pues las propiedades asociativa, conmutativa y distributiva
dejan claro
que haciendo las cosas con orden,
y descaro,
acabas llegando a donde quieres.

Demasiadas relaciones con cosenos negativos,
imposibles sin paliativos,
dudando de los motivos
y refugiándose en canciones,
y operaciones,
tan complicadas
que terminan como si nada
con una solución compatible determinada:
la retirada.

Con un incremento de tiempo lo suficientemente grande,
llega el momento de conocer
a esa persona tan amable,
que te suma,
multiplica
y hasta te eleva a la máxima potencia,
dejando en evidencia los problemas anteriores,
dividiendo tus defectos,
y reduciendo los desperfectos ya sufridos
a decimales sin sentido,
que te sacan los colores.

Al fin el solitario cateto,
encuentra a su cateta,
y unidos por el ángulo teta,
forman la hipotenusa de su vida,
tan obtusa,
como amplios los sentimientos del poeta matemático y su musa.

Todo deriva en su alegría,
en integrar,
con osadía,
cada parte de su cuerpo,
recurriendo a la trigonometría,
pues mi seno y sus cosenos
buscan con esfuerzo
salir por la tangente,
de este mundo intransigente
que se queja
y no respira.

Finalmente,
no hay respuesta más contundente y real,
que aclare el parentesco de matemáticas y amor leal,
que hacerle el límite al conjunto;
obteniendo la solución perfecta,
con carácter erudito,
cuya respuesta se limita
a que el límite del amor tiende a infinito.

1 comentario:

Maara Wynter dijo...

Creo que esta es la única clase de matemáticas que me gusta.
¡Qué digo!
Me encanta :)

Todo un placer leerte