jueves, 16 de octubre de 2014

Palabra por palabra.

 
Salir a deshoras, volar sin motores, sentir sensaciones que inspiren canciones;
suturar corazones, aliviar dolores, subir la autoestima, tener días mejores,
mejorar y tener razones para hacer historia,
comernos el mundo, sin prisa y en prosa precisa:
Que no necesito un segundo, un minuto de gloria, una hora;
que no, mejor un ahora y las ganas de ser infinito a tu vera, de veras,
verás cómo cambia tu vida, no es la rima,
es la perspectiva que se tiene de la misma,
deriva y culmina la cima,
termina y divisa todo desde arriba.                                                                     
Despierta, espabila, recuerda: quítate la venda y sueña,
risueña,
dibuja tu senda y disfruta la ruta, sin miedo,
la realidad es muy puta, muy brusca, muy perra.

Busca en tu interior, encuentra tu estilo.
Sé el pistilo de la flor, el tallo erguido, o mejor,
el último pétalo cogido, el que marca al ser querido u odiado;
olvida el pasado, sé positivo y augura un futuro con brillo,
forja tu viga y confía en la gente corriente,
da gracias a Dios por tenerla presente.

No digas adiós, solo hasta luego,
lo que das lo recibes, no olvides:
Donde hubo fuego quedan cenizas, ¿el juego?
canicas que chocan violentas, sin ruegos. 
Al final, hechas trizas, aterrizan sin freno,
pastillas de goma gastadas del uso.
Todo te agobia, locura transitoria,
¿tras un tiempo recluso vuelves sin tu fobia? Ni de coña.                                        
Cuerdos, locos de atar, viviendo de recuerdos,
tiñendo de verde la balanza, con suerte esperanza.
Esperando tenerte, sin excusas ni tapujos,
corrijo y exijo: ser felices siendo nosotros mismos,
distintos por instinto, sin tentar a la suerte.

Pisando fuerte, pasando la raya,
hundiendo al destino que no rechista, se calla,
y entiende por fin que no va a vencerte
como al resto de la gente y se va a limitar a mirarte,
pero desde detrás de la valla.


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